EL CANALLA. Capítulo 20.

RESUMEN DE LO ACONTECIDO:

A Paco le ha faltado un pelo para que Oriol le merendara los testículos, dejándolo eunuco. La imprevista aparición de la Menchu y sus cocineras ninfómanas en busca de la fórmula del zombificador dónut, ha resultado providencial en ese sentido. Pero como los valencianos no quieren dejar testigos, el lejía y sus troncos están condenados a morir a paellazos. Menos mal que han llegado al rescate Maruja y Vanesa. Precisamente a esta última habíamos dejado viéndoselas jeta a jeta con la Menchu.

***

Ante el plante de Vanesa, la Menchu contratacó con un rotundo argumento, a saber si cierto.

—Asín que tu te papechas tres támpax de la Manolita y sinc calsotets del Bruno Lomes. ¿Eh? ¡Será mentirosa la camionera tía marrana esta! Pues que chepas, che, quel Bruno Lomes nunca usa braslips y la Manolita me regala a mí todos sus támpax usados. Ea.

Vanesa se rascó la barba, se arremangó la minifalda de hule rojo que ella misma se había confeccionado según unos patrones del Pronto, y se atusó la enorme peluca pelirroja que aquel día llevaba. Maruja sabía lo que esos gestos reflejos significaban: su amiga la iba a armar gorda. Aquello, señores, señoras, iba a ser peor que una tangana entre una pescatera y una verdulera. Tras escupir un copioso gargajo de color rojo, pues Vanesa tenía la costumbre de comerse las barras de lipstick para calmar el mono de caliqueños que arrastraba desde el día que había decidido dejar de fumarlos, le dijo a la Menchu…

—Mira guapa, si er Bruno Loma no alleva calsonsillos será porque cada vez que te ve le entran gana de cagá mucha mierda y así no los ensusia. En cuanto a lo támpax, eso tiene una explicación mu lógica y entelectual. Como tu ere una serda y una cochina, la Manolita seguro que sabrá dicho, huy, ¿a quién le encolomo yo eta compresa tan susia y apestosas, que ni lo basurero se quieren llevar? Pos claro, yastá, a la tontalculo de la Menchu, que como e tan marrana seguro que las colecsiona, fíjate tu.

La Menchu tardó un ratillo en maquinar su respuesta. Un siniestro destello en sus ojos señaló a la concurrencia que ya había encontrado lo que buscaba por su cerebro fallero. Rio forzadamente, como el que no quiere la cosa, y la soltó…

—Yo me llevo a mi casa las porquerías de los demés perque meve case está limpia como los chorros del oro y me sobra sitio para la caca ajena, che. En cambio a ti ni la mierda te dan porque no te quiere nadie y porque eres un pajero, que todavía tienes rabo, que no te penses tu que no me he quedao que eres un tío… Travestorro, macho, animal, sarasa, sandunguero, frankenstein, gorila, capuyo, monstruo la naturaleza… Que nunca podrás tener la regla como una mujer decente… Engendro, más que engendro….

Lo de la regla le dolió muchísimo a Vanesa, que llevaba ahorrando desde los tres años para someterse a la misma operación que gracias al talento de los cirujanos plásticos andorranos —en realidad chilenos nacionalizados— había hecho de la Menchu un fenómeno del menstruo. Bien es verdad que, como todo lo que guardaba antes o después acababa transmutado en perica, whisky Dyc y apuestas en el canódromo, lo ahorrado por Vanesa no llegaba ni para comprarse unas croquetas congeladas en los almacenes Simago. Paco, que con los travestis había tenido siempre mucha mano a pesar de lo burro que era, decidió intervenir en el litigio verbal y respondió a la Menchu por ella.

—Pa regla la de tu madre, sohijoputa, que una ve’ la tuvo tan gorda que te sacó a ti, casho mierda, feto malayo. Mecagüen la sandalia d’unturita fransé.

La Menchu, que no sabía por donde salirse, le arreó un soberano paellazo a Paco en sus partes y aprovechó la confusión y el desconcierto provocado por los aullidos de dolor del lejía para escabullirse como alma que lleva el diablo. Ya en la calle, les lanzó la siguiente invectiva…

—Ya nos volveremos a ver, che. Per los collons que ya no tengo que os enteraréis de quién es la Menchu. Catalans, que sois una colla de catalans.

EPILOGO:
¿Le ha hecho mucha pupa a Paco el paellazo en el bultaco? ¿Conseguirá operarse Vanesa y ser una gachí como Dios manda, con regla y todo? ¿Colecciona la Menchu de verdad todas las compresas usadas de la Chen? ¿Nunca se cansan ustedes de preguntar? Ya está bien de dar la murga, déjennos en paz y sintonicen el próximo episodio de El canalla. Una radionovela que sabe a canela.

© 2012 Jaime Gonzalo.

 

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