The Stooges (II). Bailando al ritmo de los muertos vivientes

La totémica Gibson de James Williamson

La totémica Gibson de James Williamson, puesta a punto.

Suspicaces, preguntémonos en primer lugar si esta gira con motivo de la presentación oficial de Raw Power en Europa, treinta y siete años después de su publicación oficial, habría sido posible de continuar con vida Ron Asheton. Es bien sabida la animadversión de éste hacia el último álbum oficial de una banda que para entonces ya le había sido arrebatada. Una banda que, arruinada, sin contrato discográfico ni agente, en verano de 1971 se quedaba tirada en la estacada, desertada por un Pop urgentemente necesitado de desintoxicación, pero también deslumbrado por aquellos comentarios y confidencias que le atribuían un potencial éxito sin los Stooges, a los que por otro lado él consideraba creativamente agotados, finitos. Sus planes secretos se centraban en hacer algo grande por su cuenta, y para eso se bastaba y sobraba con James Williamson, en funciones de director musical. Sólo es una teoría, no del todo descabellada, como puedan serlo las que persigan respuesta al por qué cuando en 1972 ese «algo grande» llegó a plasmarse, finalmente lo hizo acreditado no a su antropónimo sino a nombre de Stooges

, o mejor dicho de Iggy & The Stooges, desglose del que Pop dijo no estar al corriente, responsabilizando al departamento artístico de CBS. Si bien es cierto que pudieron concurrir muchos otros factores para ello, ¿habría mantenido la denominación de origen de grabarse Raw Power con la sección rítmica de mercenarios británicos inicialmente prevista, desestimada tras varios castings insatisfactorios?
El hecho es que Pop además de no lograr volar por sí solo ni desprenderse del concepto Stooges, lo reinventó a espaldas de Ron Asheton, sin contar con él ni su hermano, y que cuando le requirió lo hizo obligado por las circunstancias, degradándolo a bajista, prescindiendo de sus composiciones, omitiendo sus contribuciones —que a pesar de todo fueron muchas—, en definitiva tratándolo como a un peón, un externo. Incluso en el supuesto de que, en la actualidad, el desgaste de los repertorios de The Stooges y Fun House hubiera precipitado a la postre la necesidad de respirar otros aires, que habrían sido desde luego los de Raw Power, dada la escasa entidad demostrada por sus nuevas composiciones hasta ahora, no está claro si Asheton habría dado su brazo a torcer. Aunque el pecunio es el que siempre tiene la última palabra, claro.

Iggy & The Stooges

Probando sonido en el Hall of Fame

Conociendo a Iggy Pop, nada nos disuade de creer que por su parte éste bien habría sido capaz de relegarle nuevamente al bajo, de prescindir de sus servicios o de conseguir lo ya no tan imposible, que Asheton y James Williamson volvieran a tocar juntos, resucitando aquella formación de dos guitarras, en funcionamiento durante dos meses de 1971 y de cuyas actividades se daba cuenta en el box-set You Want My Action (ver entrada Por Encima De Su Cadáver).
Como fuere, a todo, o a casi todo, tiene derecho Pop cuando de rentabilizar el patrimonio Stooges se trata. No es que los hermanos Asheton o Williamson sean menos imprescindibles para dotar de una mínima veracidad a la operación, pero fue Pop el que más puso en juego, el que más arriesgó, lo cual, de algún modo, no justifica pero si atenúa sus canalladas pasadas y futuras, sus manipulaciones. Pop es consciente de que se le acaba el tiempo y de que actualmente The Stooges son su fuente de ingresos más productiva. Hay pues que darse prisa antes de que se registren otras bajas, cuando no la suya propia, encontrándose en edad de riesgo como el que más.
La muerte de Asheton no ha hecho sino acelerar unos acontecimientos a corto plazo inevitables, que presuntamente se habrían dado con o sin su concurso. Otro asunto es la postura de Williamson en todo esto. También se las ha tenido con Pop en el pasado, aunque sus circunstancias sean otras. Pero eso es algo que ya discutiremos otro día. La maquinaría ha vuelto a activarse y es hora de ponernos al corriente. Por mediación de Andrew Burns, un bostoniano que reside intermitentemente en Barcelona, técnico de guitarra en giras de Bowie y Patti Smith entre otros, ahora mismo al servicio de Stooges, recibo hace unas semanas noticias frescas. Los ensayos están desarrollándose sin incidentes. Williamson sigue al gatillo de la misma Gibson con que trazó los supinos brochazos eléctricos de paranoia existencial de Raw Power, su particular capilla sixtina, y parece estar en forma. La banda carbura, si es eso a lo que me refiero, admite Burns sin entrar más al trapo.

Iggy & The Stooges

Iggy & The Stooges

Naturalmente se han conservado los vínculos con la etapa pre-Williamson, como atestigua la presencia del saxofonista Steve McKay en la formación de esta gira, en la que puntualmente también se sentará al piano, y la inclusión en el repertorio de un tema de The Stooges («I Wanna Be Your Dog») y tres de Fun House («Loose», «1970» y «Fun House»). Ya se sabe que la mayor parte de sus actuales seguidores consideran esos dos primeros álbumes por encima de Raw Power, que para los menos es su cumbre indiscutible.

Me remite Burns a posteriori las fotos que ilustran estas notas, tomadas el pasado 15 de marzo en Nueva York, durante la prueba de sonido del pase de tres temas ofrecido con motivo de la ceremonia de inducción de The Stooges en la vigésimo quinta edición de la pantomima del R&R Hall Of Fame. Llevaban dieciséis años nominados, una larga demora que mercadotécnicamente no podía verse colmada en mejor momento, y que sin duda compensa el prestarse a semejante purga «normalizadora», en el mismo paquete que Genesis y Abba, inducidos por esa caricatura llamada Billie Joe Armstrong, de Green Day. Veo las imágenes, pienso en lo que representan, y no puedo sino plantearme una vez más qué necesidad tengo de acudir el próximo 30 de abril a la única fecha española de la gira europea que ha dado inicio el 9 del mismo mes en Francia. Seguro que les encontraré algún inconveniente, y, francamente, dudo mucho que a su edad y a la mía llegue a afectarnos bilateralmente como antaño el núcleo magmático que en su día hizo entrar en erupción esas visiones y esos sonidos por los que Raw Power trasciende incluso a sus propios autores. Sólo digo lo que siento. Otra cosa es que ellos o la mayoría del público pretendan tal cosa, cuando unos fomentan y otros se contentan con una representación de aquella fuerza de la naturaleza desatada que una vez fueran The Stooges, como ha venido sucediendo desde que Iggy aceptara lo evidente dando luz verde a una reunión tan deseada por el público como necesitada por las cuentas corrientes de los músicos. Es lo que tienen este tipo de desembalsamientos, todos sin excepción.
Intento olvidar la extraña sensación de ersatz o dobles de sí mismos que me produjeron cuando pisaron por primera vez suelo hispano, en Azkena el 2003, sexagenarios invocando mecánicos una ferocidad que espiritualmente sólo puede cocerse en el horno de la juventud, proyecciones de sí mismos, sombras de cuando eran otros, de los muchos en que uno se reencarna a medida que la vida se le escapa. No deja de ser esa reflexión impertinente por filosófica, cuando la técnica de simulación, el oficio, y la mansa abnegación colectiva, son lo único que hoy día se necesita para hacer de un trámite una experiencia. Las sensaciones, en el rock, ya sólo pueden ser de índole materialista. Mejor pienso en los incentivos, o en los lenitivos según cómo acabe el tema, ya que de todos modos tengo decidido presentarme a la cita, escéptico pero no desmotivado.

Iggy & The Stooges

Sobre el escenario del Hall of Fame

Para empezar está James Williamson, que no es poco. Apenas permito abrirse paso a las pulsiones adolescentes que persisten en mi interior, estas me dicen que debo ver a ese tipo en carne y hueso. Con él a bordo, los Stooges fueron otros Stooges. No entraré a la zaga de si mejores o peores. Diferentes y basta. A mí, fueron estos los que más de cerca me tocaron, los que colmaron definitivamente mi ideal de lo que debía ser el rock, algo esotérico, sexual, turbio y maligno. Justo aquello que los Stones cortejaban, y que esos Stooges se follaron hasta las trancas. Quienes los descubrieron empezando por Raw Power, sabrán de lo que estoy hablando. También, y muy importante, esta vez tocan en recinto cerrado, y no en un festival al aire libre. Un local no demasiado grande, con aforo para tres mil almas, más o menos como el Michigan Palace, es decir la capacidad media de las salas que recorrieron en 1973-74, con la gira americana de Raw Power. En tercer lugar, el repertorio. Si no lo han alterado sobre la marcha, descansa su pared maestra sobre cinco de los ocho temas que entraron en Raw Power, a saber, «Raw Power», «Search And Destroy», «Gimme Danger», «Shake Appeal» y «Death Trip». Compensando la ausencia de «Penetration», «I Need Somebody» y «Your Pretty Face Is Goin’ To Hell» —rara vez repasaron al completo el disco en sus conciertos de entonces, siempre ansiosos por dar salida a nuevas composiciones—, una de las piezas más coreadas de su ultimísima cosecha de época, «Cock In My Pocket», y otras dos pertenecientes a Kill City, el disco que grabaron a dúo Pop y Williamson tras la disolución definitiva de la banda, próximamente a remasterizar por el guitarrista; «Johanna», que ya formaba parte del postrer repertorio stooge en el que figuraba «Cock…», y la propia «Kill City», de lo mejor que escribieron juntos. «Five Foot One», de New Values, tercer LP solo de Pop, pone fin a aquellos números en los que originalmente participó Williamson. El resto de piezas se divide entre las versiones de la era Ron Asheton antes mencionadas, y dos temas pertenecientes al segundo LP en solitario de Pop, que como Raw Power produjo Bowie, «The Passenger» y «Lust For Life», a nivel de derechos de autor y gracias a anuncios y bandas sonoras dos de las más pingues, y conseguidas, creaciones de Osterberg. En funciones de rémora, «Skull Ring» pone el anticlímax a tan rutilante selección.
Me conformaré si conquista ese concierto aproximadamente la mitad de la perversa plenitud que cuando Iggy y la Sonic’s Rendezvous interpretaron un set-list casi idéntico en la primera incursión de la Iguana en territorio español, allá en 1978. Aquel sigue siendo mi punto sin retorno respecto a experimentar a los Stooges de cerca, el referente, uno de aquellos conciertos que, como los primeros que dieron Lou Reed, Patti Smith o Ramones en nuestro país, marcó al rojo a toda una generación. Y no hay ni un átomo de nostalgia en esa rememoración que desde entonces me persigue. Aquello fue tan real y desconcertante como una navaja hundiéndose en mis carnes. Guardo la cicatriz con celo, un preciado tesoro en cuyo fulgor comprendo que ya no tengo derecho a emocionarme como entonces, pero si a disfrutar de los rasguños que este nuevo reencuentro pueda causarme. Porque a pesar de todo lo que yo pueda decir, Raw Power no tiene fin.

Iggy & The Stooges con Billy Joe Armstrong (Green Day)

Con Billy Joe Armstrong (Green Day)

Consecuencia subsidiaria de esta gira ha sido una enésima reedición del susodicho. Literariamente el más articulado y profundo, musicalmente el más inclasificable de sus trabajos oficiales, Raw Power guarda las configuraciones más precisas del pandemonio vital que hervía en la cabecita de Iggy. Por aleatoria que parezca, la original producción de Bowie, todo y con sus errores, y esa hoja de afeitar que es la Gibson de Williamson hendiendo transversalmente el córtex cerebral del universo, contribuyen a elevar a Iggy y el rock a un plano sin precedentes, de una escabrosa originalidad, desconocida hasta entonces, dueña de su propio centro de gravedad. El fin del mundo en apenas media hora. Un disparate. Una mutación. La prueba de su especificidad es que todavía suena moderno, nuevo, extraño e inquietante. Por mucho que lo explores, nunca deja de procurarte nuevos secretos.
Siempre se ha dicho que la tecnología de la época resultaba insuficiente para trasplantar a PVC la densidad casi gótica de Raw Power, sus ultramontanas frecuencias. Lo cual es del todo cierto, pero no por ello descalifica las insólitas disposiciones de planos, las expansivas panorámicas de estéreo, en definitiva la expresionista organización, prácticamente pictórica, de los elementos que la producción y mezcla de Bowie introdujo, acaso por azar, no sabiendo ya como salir del aprieto. Todo ello se beneficia en la Legacy Edition de que ha sido objeto el disco en esa serie de Columbia dedicada a proyectos especiales. La remasterización no corrige la escasa potencia de sonido de origen, como si hizo la nueva mezcla llevada a cabo por Pop en 1996, ni tampoco retribuye presencia a unos bajos me temo que perdidos para siempre en la opacidad —y aquí el perjudicado vuelve a ser Ron—, pero ventila la atmósfera, la desparasita sin que esta se vea menos enrarecida, precisando aquí, matizando allí. Puesto que las anteriores ediciones en CD del disco hasta la fecha cargaban con una infame planicie digital, tanto el audiófilo como el completista deberían considerar la opción. No sale barata, de eso se trata, pero viene confitada en regalías cuyo valor, oscilante, deberá calcular cada cual según sus necesidades.

Con Billy Joe Armstrong (Green Day)

Billy Joe Armstrong (Green Day) indujo a Iggy & The Stooges al R&R Hall of Fame

Hay dos versiones disponibles, ambas con libreto rebosante de testimonios varios y, dicen, fotografías nunca vistas, de las que sólo puedo dar testimonio de lo estrictamente aural, aunque se les presume apetitosa presentación. La sencilla consta de un CD extra que contiene uno de los doce conciertos que Stooges ofrecieron en el club Poor Richard’s de Atlanta, a dos por fecha, entre el 5 y el 13 de octubre de 1973, en plena gira americana de Raw Power. Famosos en la trivialogía stooge debido a que una de las noches Elton John irrumpió en plena actuación disfrazado de gorila, para pasmo de Pop, que iba ciego de metedrina, forman parte esos conciertos de un periodo en el que los Stooges, aún encontrándose a las puertas del ocaso, disfrutaban de la mejor de sus formas y trajinaban con un repertorio constantemente renovado, aquí con cuatro temas post-Raw Power. Rara era una mala noche. La seleccionada como bonus tampoco lo fue, sin contarse por ello entre las mejores, y viene documentada con un sonido que, pese a lo denodado de la post-producción, resulta deficiente. De propina en el mismo CD, otro de los muchos temas escritos antes, durante y después de la grabación de Raw Power que se quedaron en el tintero de la historia, la formidable «Head On», toma de ensayo previamente disponible. Así mismo, un sobrante de las sesiones de aquel disco, hasta ahora desconocido, «Doojiman», burda anécdota cuya inconsistencia explica que nada de ella se supiera.

Iggy & The Stooges

A punto de actuar ante las altas esferas del entertainment.

La edición Deluxe sólo puede adquirirse a través de Internet, y además de los dos CDs de la sencilla cuenta con un tercero monopolizado por las consabidas rarezas, en su 90% conocidas o redundantes. Sin ir más lejos «I Got A Right» y «I’m Sick Of You», dos de las más destacadas grabaciones preparatorias acontecidas en Londres inmediatamente antes de dar forma definitiva a Raw Power. Les acompañan extractos de la remezcla perpetrada por Iggy en 1996 también para Legacy, y un par de mezclas alternativas de las muchas que Pop realizó en su momento al margen de Bowie, según se especifica procedentes de unas bobinas recientemente descubiertas, aunque no se detecte en ellas ninguna diferencia sustancial salvo en la ecualización. Lo único realmente inédito son otros dos sobrantes de las sesiones de Raw Power, «Hey Peter», todavía en fase de boceto, poco o nada significativa, y «I’m Hungry», título del que se tenía constancia y que en realidad alberga las bases instrumentales de lo que será «Penetration», con diferente letra y enfoque vocal.
Redondea la edición Deluxe un DVD documental de media hora que realizado en la actualidad y a base de entrevistas reconstruye la grabación de Raw Power, incluyendo metraje en directo de una actuación de la nueva formación en Brasil. Ya a guisa de fetiches menores, una reproducción de un single japonés de época con «Raw Power» y «Search and Destroy», y cinco fotografías enmarcables. El balance final se hace complicado, a no ser que a uno le sobre el dinero, lo cual simplifica mucho las cosas. ¿Mi consejo? Yo nunca doy consejos. Pero está claro que si alguien todavía no dispone de esta obra capital, y ya que no hay medio de hacerse con una copia en vinilo de Raw Power, soporte para el que fue pensado, es de sentido común que la edición sencilla de Legacy ha venido para rescatarlo de la ignominia. Y de paso, partirle el alma en dos.

Texto © 2010 Jaime Gonzalo

8 comentarios en “The Stooges (II). Bailando al ritmo de los muertos vivientes

  1. Hippie Johnny

    Aunque sólo sea por los rasguños merecerá el viaje no Jaime?
    Siempre queda la opción de escucharlos en casa con enormes cascos pero la presencia física, aunque sea de unos sexagenarios algo tramposillos, ya calienta la sangre.

    Saludoss

    Responder
  2. MOISES

    Pues yo considero un lujo poder ver a Iggy en un sitio como La Riviera. Que tengan 60 años es anecdótico y totalmente secundario. No hay nadie con esa energía.
    Y qué pasa con el el Azkena 2.003, ¿dobles de sí mismos?, ¿esto qué es?, ¿el salón internacional de la moda? ¿puede que no sean suficientemente vanguardistas y fashion? Y encima luego tuvimos a The Cramps. En fin.
    ** Tu libro de The Stooges me pareció fantástico

    Responder
  3. N. Goldman

    el raw power es muy sencillo de encontrar en vinilo. normalmente a precios caros, pero bastante fácil. otra cosa es una primera edición o una en la que el sonido sea el original, ya que este disco ha sido tan re-que-te-mezclado que decir «sonido original» es obsceno, jejeje!

    saludos.

    Responder
  4. Amy

    Pues yo considero un lujo poder ver a Iggy en un sitio como La Riviera. Que tengan 60 años es anecdótico y totalmente secundario. No hay nadie con esa energía.
    Y qué pasa con el el Azkena 2.003, ¿dobles de sí mismos?, ¿esto qué es?, ¿el salón internacional de la moda? ¿puede que no sean suficientemente vanguardistas y fashion? Y encima luego tuvimos a The Cramps. En fin.
    ** Tu libro de The Stooges me pareció fantástico

    Responder
  5. Ramón Peñalver

    Te sigo desde siempre. En un rincón tan poco rockero como Cádiz me has servido de instructor. Conservo todos los rutas salvo los dos primeros números. Y tu libro sobre The Stooges es sensacional.
    En cuanto a Raw Power, las mezclas de Bowie son las que de verdad te trepanan el cerebro. Ya puedan hacer trescientas remezclas. Ah! I got a right y I’m sick of you (las tengo en un cd que incluye también el Kill City) son dos de los mejores temas de Stooges, sin lugar a dudas.

    Responder
  6. Albert Benach

    Amigos:

    Lo que hacia Iggy, las magulladuras y la violencia que ejercía sobre su esmirriado cuerpo a principios-mediados de los seteanta (ver foto de una funda del doble «Metallic K0 o la portada del RUTA con el pecho ensangrentado) es fácil de deducir: como ciertos rituales en Africa o en el Oriente, en que las «pruebas» son andar sobre brasas de fuego o clavarse estiletes en el brazo, digo que lo de Iggy es evidente: castigar el cuerpo para liberar la mente… Un saludo a los cybernautas y a Jaime, claro, patrón de esta excelente web…..

    Responder
  7. Albert Benach Totosaus

    ¿¿¿¿¿ALGUIEN ME PUEDE DECIR QUÉ HA PASADO CON LA DISCÓGRAFICA CRYPT?????

    ¿¿¿¿¿QUEBRÓ O YA NO SACAN DISCOS???????

    HOY HE ESCUCHADO A LOS TERMINANT ESFINTERS Y LOS DIRTY PIGS AND FAGGOTS -SUS ÚLTIMAS REFERENCIAS- Y SÓN GENIAAAALLESSSSS!!!!!!!!!

    Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.