Este pasado viernes, 25 de agosto, he publicado en El País un artículo dedicado a Emmett Grogan, fundador del movimiento digger:
Los Diggers y la filosofía del fracaso
Emmett Grogan fue el fundador del más insobornable tumor crítico que le creció a la Contracultura.
38 años contaba Emmett Grogan cuando fallecía el 6 de abril de 1978 en un vagón de metro neoyorquino. Infarto, fue la causa oficial del óbito. Su amigo y correligionario el actor Peter Coyote la atribuiría a una sobredosis de heroína. Triste y sórdido final, en cualquier caso, para quien tanto amó la vida y tanto hizo por racionalizar su vivencia. Cofundador y alma de los diggers, el más insobornable tumor crítico que le creció a la Contracultura desde dentro, su utopía de suprimir el dinero en aras de una sociedad gratuita redundaba no ya sólo en derrota, sino en la consagración del ultracapitalismo.
Prologada como su versión original por Coyote, la publicación en España de Ringolevio (Pepitas de Calabaza), relación autobiográfica de sus andanzas, cuyo subtítulo Una vida vivida a tumba abierta lo dice todo, invita por varias razones a la celebración. Las de más peso, que corrige uno de los muchos atentados culturales del aparato censor franquista, pues la prohibiría en su día; y acaso más relevante, la posibilidad de ahondar con su lectura en el reverso tenebroso del hippismo, en las trampas y mentiras de su reformulación histórica.
Jaime Gonzalo.