La web de Cáñamo ha recuperado este texto publicado en la revista hace algo más de un año:
Tyrionnosaurus Rex
La magnitud de lo pequeño
El inminente estreno de la sexta temporada de Juego de tronos devuelve a la palestra a Tyrion Lannister, uno de los principales activos de esa serie de culto masivo. Pasamos revista a la ambigua dignificación que del enanismo proyecta ese personaje, tan carismático, elaborando de propina un hit parade con los actores pequeños más grandes de la historia.
Beodo, putero, parricida, regicida, intrigante, mendaz, conspirador, cínico. Tyrion Lannister parece cargar con todas las rémoras de la defectuosa raza humana. No solo eso, estas se magnifican en tan diminuta persona, inversamente proporcionales a su tamaño. En cualquier otro personaje resultarían canónicas, cotidianas, incluso humanas. En el heredero de Roca Casterly se antojan despreciables, repulsivas. Tyrion encarna nuestra decepción, como la de Tywin, ese progenitor que por ello le desprecia, al enfrentarnos su contrahecha figura con lo mucho que de grotesco reside en la especie dominante. Su acondroplásica amplificación de flaquezas y taras no hace sino empequeñecernos, y por eso nos disgusta. Seguramente debido a ello, de los muchos correlatos entrecruzados en el nudo de Juego de tronos, el de la progresiva humanización y aceptación de que se hace acreedor este enano entrañe una de las más estratégicas claves del éxito de dicha serie, más allá del público infantil, quien por obvias razones resulta el más susceptible de identificarse con tan minúsculo agente de una acción que en sus vericuetos argumentales se abullona gigantesca.
Jaime Gonzalo.