Ignacio Pato, de PlayGround Mag me ha entrevistado a raíz de la publicación de mi último libro, Mercancía del horror. Reproduzco a continuación un extracto del comienzo:
Nazis y rockeros, algo más que un polvo de una noche
En ‘Mercancía del horror’ el crítico contracultural Jaime Gonzalo disecciona los límites entre ética y estética nazi en la cultura pop
Fascinación por el fascismo. Pon un poco de nazismo en tu vida. Durante décadas la extrema derecha totalitaria ha ejercido un magnetismo innegable en personas no necesariamente afines a esa ideología.
Coleccionistas, irónicos, sarcásticos, cínicos o incluso con afán de denuncia mediante su apropiación del símbolo, la cultura popular, en especial el rock, ha sido testigo de flirteos inconfesables a veces, imperdonables en muchas ocasiones, pero siempre embarazosos. Para la opinión pública, pocos símbolos como una esvástica han establecido más claramente la frontera entre la estética y la ética.
El especialista en contracultura Jaime Gonzalo se baja al barro del análisis de esta relación en su nueva entrega Mercancía del horror.
Recoges unas declaraciones de David Bowie a Playboy en 1976: «Hitler fue una de las primeras rock stars. Mira noticiarios de época y fíjate cómo se movía. (…) La gente no es muy brillante, ¿sabes? Dice que quiere libertad pero cuando se le ofrece la oportunidad pasa de Nietzsche y escoge a Hitler porque Hitler desfilará y hablará, y la música y las luces surgirán en los momentos estratégicos. Sus apariciones eran como conciertos de rock. Los chavales se entusiasmaban, las chicas se acaloraban y sudaban y los chicos deseaban ser ellos quienes estuvieran ahí arriba. Eso, para mí, es la experiencia rock ‘n’ roll». Más tarde, Bowie diría que todo se debe a un empacho de coca y ocultismo… la fascinación por el nazismo puede más que el ego de Bowie: suena fuerte.
No tan fuerte. La vida es un espectáculo, y Bowie se encontraba en la pista central. La diferencia entre artista y público es que el primero se atreve a dar salida a su ego y lo agasaja, no importa con qué medios. Los demás lo reprimimos y esperamos a que nos digan al servicio de quién hemos de ponerlo.
Jaime Gonzalo.