Esta semana: «The girl can’t dance»
Cuánto daño puede hacerse en apenas dos minutos. Ni reuniendo a todos los artistas que participan en la recién abierta temporada de festivales, podríamos aproximarnos al trauma que debía significar verse expuesto a la atómica presencia de Bunker Hill. Grabado en 1962 y aparecido en un single del sello Mala, la frenética sevicia de este exabrupto parece capaz de hacer fosfatina de una sola tacada a Little Richard, Esquerita y los Sonics. Sublime burricie, un supremo filetón de aullante y enajenado r&r surgido directamente del martillazo cósmico arreado por Thor al mismísimo núcleo duro del universo. ¿Qué se habría tomado este hombre para despedazar la canción de ese modo?
© 2012 Jaime Gonzalo.
1962?…rugidos ancestrales desde el averno…uf,uf!
Inapelable. ¿Protestará alguien porque «a este tío no lo conoce nadie»? ¡Que más da! Yo me alegro de conocerlo. Soberbio.