Arturo García firma esta entrevista que publicó El Diario Vasco el pasado viernes, 26 de agosto, en la cual hablo de mi último libro, Mercancía del horror, y de las relaciones entre fascismo, rock, idolatría y el propio individuo…
David Bowie, Sid Vicious, Lemmy de Motorhead, Keith Moon, Brian Jones de los Stones, Joy Division, Siouxsie, Eric Clapton, Bryan Ferry, Stiv Bators, Blue Oyster Cult o Jimmy Page de Led Zeppelin vestido de nazi en plena gira, todos tienen algo en común. En algún momento de sus carreras, por el motivo que fuera, casi siempre estético o provocador, jugaron a incorporar elementos o actitudes fascistas y nazis dentro de su propuesta escénica, estética o musical. El periodista musical Jaime Gonzalo ha rastreado en su nuevo ensayo ‘Mercancía del horror’, las huellas del impacto del fascismo en la cultura popular, especialmente en el rock y géneros como el punk, la música industrial o el hardcore.
¿Qué le llevó a indagar en esa conexión entre el fascismo y el mundo del pop y el rock?
La curiosidad personal. Fue tirar de un hilo y la verdad es que había mucho que cortar. Tanto, que incluso no ha cabido todo en este libro.
¿La labor de documentación fue complicada? ¿no han intentado borrar las estrellas esos escarceos?
Las hemerotecas son recordatorios fieles de lo bueno o malo que pueda uno hacer o decir. No creo ni que hayan querido borrar eso. Es más, creo que más de uno no tendrá ningún reparo o cargo de conciencia por haber dicho lo que dijo o vestido la ropa que vistió. En cualquier caso, el libro no pretende juzgar a nadie ni toma postura en ese sentido.
Jaime Gonzalo.
Coño! Si eran cantos de sirena nos lo podía haber dicho antes, y lo que nos habríamos ahorrado en tiempo y dinero. Bueno, habiendo soltado la boutade pretendidamente graciosa, ahora entiendo porque me gusta la música rock pero siempre me ha importado un pepino la vida u opiniones de sus músicos. Con excepciones, afortunadamente. Una apreciación: en este tipo de artículos o entrevistas siempre encuentro una contradicción entre la crítica a la idea fascista del gobierno de una élite , y el desprecio a la «masa» por alienada. Esa desconsideración a los demás, considerados como corderos adoctrinados, mientras nosotros somos los lúcidos, es en sí también una actitud elitista.
Son muchos los corderos adoctrinados cómodos en su situación, y menos los que sin creerse lúcidos querrían serlo. Cualquiera está capacitado para elegir opción. En esas hemos estado siempre. No hay nada de desconsiderado ni elitista en poner a cada uno en el sitio que ha elegido. Lamento, Jordi, no haberme expresado mejor.
Es cierto que intentar ser un observador parcial ante los actos de los demás, y emitir un juicio sobre ellos en base a esos actos no tiene porque necesariamente ponerle a uno en una posición de superioridad moral. Sobretodo si el observador es capaz de relativizar su propia posición y no tomársela tampoco demasiado en serio. Tal vez mi comentario ha sido demasiado generalista y ha parecido que acusaba a la entrevista y al entrevistado de esa actitud elitista. Puede que haya habido cierta intencionalidad juguetona, lo confieso, un poco de ansia de sana provocación. Buscando el debate inteligente, eso siempre, y sin ánimo de ofender. La verdad es que usted siempre ha mantenido un sano escepticismo ante su propia persona, o sea que no creo que se sienta parte de ninguna élite. Pero no me negará que a menudo, en determinados artículos, libros, ensayos… de determinada concepción intelectual por parte de algunos autores aparece una sombra de elitismo, de sentirse en posesión de la verdad que nos puede liberar a todos del yugo de la sociedad. Tal vez no digan «tengo que mandar yo», pero parecen decir «mis ideas son las correctas y las que tendría que seguir la gente». No digo que pase siempre, ni en todos los autores, pensadores, teóricos o como queramos llamarlos. Pero la tentación está ahí, y el paso es fàcil de dar. Por el resto, no queda más que intentar vivir con coherencia y no dejándose llevar únicamente por las tripas, sinó dándole una oportunidas al cerebro. Escuchando las ideas de los demás pero sabiendo elaborar una versión propia, como cada cual fabrica su propia vida como buenamente puede. Un saludo cordial. Le felicito por sus trabajos, son un buen ejemplo de esfuerzo, profundidad y rigor en un panorama dominado por los 140 caracteres y el consumo rápido.