A falta de otros dos para que entrara en vigor la Constitución, y apenas unos meses después de que falleciera Franco y se entronizara rey a Juan Carlos Borbón, 1976 fue el primer año que España vivió en lo que se ha dado en llamar democracia. También fue el año que los Rolling Stones debutaron en nuestro país; el año que Patti Smith publicaba Horses, Phil Ochs se suicidaba, Supertramp pegaba el pelotazo con Crisis? What Crisis?, el punk y el movimiento industrial nacían oficialmente y John Lenon dirimía sus problemas con las autoridades estadounidenses.
En 1976, precisamente, también nacían en Barcelona dos bandas, seminales si bien por distintas razones, pese a que ninguna consiguió aquello para lo que había sido concebida: alterar las todavía rígidas estructuras de su época. Ambas serían consideradas introductoras de la filosofía punk en la península. Treinta y cuatro años después, siguen vivas y tenazmente ignoradas por la oficialidad. Hablamos de La Banda Trapera Del Río y Macromassa.
Da idea esta disparidad de que en aquella ciudad que entonces era Barcelona no había nada imposible. Y entendamos por imposible la gestación de una o varias escenas en las que poder evadirse de un panorama musical local política y económicamente impuesto por la progresía catalana, esto es el gremio cantautor y los protegidos jazzrockistas del emporio Zeleste agrupados bajo la nomenclatura «onda layetana». En ese subsuelo a la vista perforado por el underground del momento, Macromassa se incorporaban al desnutrido contingente experimental. Escueto coto habitado por Eduardo Polonio, entonces residente en la ciudad condal, que en el seno de It publica aquel año en el sello Gong el único disco del dúo; el sector free formado por Perucho’s, que en 1977 acompañarán a Pau Riba en la presentación de Astarot en Canet Roc, y el saxofonista Jordi Carbó al frente de La Propiedad Es Un Robo; los electrónicos Suck Electrònic Enciclopèdic de Jordi García; BAF; Boicot; Orgón, en Madrid.
En ese precario organigrama Macromassa se consideraban «tipos enmascarados tocando instrumentos sin saber tocarlos y con gran predilección por el ruido, la primera banda realmente punk–industrial de este país, aunque no nos dimos cuenta de ello hasta pasados unos años. Eramos punks con pinta de hippies. Poco o nada teníamos que ver con los movimientos musicales de los 70 y principios de los 80 de Catalunya y España. Un mundo aparte». Su caldo de cultivo había sido el rock y el free-jazz, luego el descubrimiento de corrientes europeas, «todo el universo Rock in Opposition: Henry Cow, Residents, Magma, Heratius». Con ese bagaje y una extraordinaria capacidad de autogestión, armados de un audiogenerador y un clarinete electrificado, Macromassa, esto es Victor Nubla y Juan Crek, o Nublamassa y Macrocrek, grabarán diez álbumes en los que se declinan improvisación, minimalismo, electrónica, industrialismo, ruidismo. Obra orgánica, imposible de catalogar, siempre en evolución —como la formación del grupo, que en momentos dados cuenta con un guitarrista o dos baterías—, recientemente el corpus macromássico ha sido virtualmente reeditado y ampliado en la macroweb, coincidiendo con la reaparición del dúo y la grabación de un nuevo álbum, Avance, que les devuelve a sus orígenes más puros y duros, y a las actuaciones en directo.
La concepción de Macromassa sucede en el vórtice entre el reinado de la onda layetana, la muerte del rollete progre-libertario y la epifanía del punk. ¿Cómo os condicionó eso, si lo hizo?
N.- Probablemente todo eso es lo que nos condicionó a concebir Macromassa. Creo que fuimos un «grupo industrial», aunque quizá más mediterráneo de lo que suele imaginarse dentro de esa escena. Punk e Industrial fueron los últimos episodios Dadá. Nosotros estábamos en eso. No creo que fuésemos para nada una banda progresiva, ni layetana, ni nada parecido. Ni tan sólo hacíamos free-jazz. Macromassa aparece en el 76 que es el año en que aparece el punk (el de allí, no el de aquí) y el movimiento «industrial».
C. -Todo lo que sucedía en esa época nos marcó, pero nuestro mundo era muy personal, y sí que es cierto y evidente que nuestro desmarque del rollo progre era mucho más consciente que nuestra pertenencia a un movimiento más industrial… En realidad éramos surrealistas-patafísicos-industriales…
¿Cómo era la escena entonces, qué bandas contemporáneas de Macromassa recordáis?
N.- El circuito se formó en esos años, aparecieron los grupos, las salas y el público a la vez. Bueno, se tocaba en cualquier parte: colegios, sótanos de bares y clubs de barrio. ¿Grupos? además de los que estaban más en la onda free: La Propiedad es un Robo, Perucho’s, BAF, Boicot, estaban los Suck Electrònic Enciclopèdic que eran más electrónicos. Pero prácticamente nada más, el resto era laietano o jazz rock puro y duro. Un poco después aparecieron grupos como Tendre Tembles y Xeerox, punk-industriales. También había una facción del punk (Masturbadores Mongólicos, Último Resorte…) que se relacionaba con los más experimentales.
C.- Recuerdo esa época como algo muy lejano, tengo un recuerdo como de invierno, mucho frío y en realidad también existieron el resto de estaciones. De todos los grupos de la época tengo un grato recuerdo de Perucho’s y Suck Electrònic Enciclopèdic.
En mi opinión, los que nacimos entre finales-mediados de los 50 somos una generación perdida, en todos los sentidos, o sea desubicada y malograda/desperdiciada. ¿Cómo veis la circunstancia generacional de Nubla y Crek?
N.- Bueno, nacimos en la posguerra, en un país gris y acojonado; crecimos en los sesenta, los años de la «apertura» del régimen de Franco, entonces pudimos viajar, comprar discos, ver algunas pelis y leer algunos libros, ya no sólo por motivos políticos, sino también por motivos estéticos; llegamos a la mayoría de edad con la caída del régimen y vivimos la transición en la edad en que uno ya tiene ganas de comerse el mundo o de ponerlo todo patas arriba. Creo que eso es lo que trató de hacer nuestra generación, el problema es que había una generación anterior, la que no había viajado por motivos estéticos, sino políticos, que se puso a gobernar.
Fue un verdadero salto acrobático por su parte. ¿Qué iba a hacer una generación como la nuestra, especializada en radios piratas, fanzines hechos a mano y ediciones de cassettes autoproducidas? Pues, vagar por el desierto o bien exiliarse interiormente. Había una tercera opción, que era mantenerse en la red internacional. Eso hicimos en los 80, durante los cuales la tecnología nos hizo libres.
C.- Lo que si está claro es que nuestro desmarque también fue por narices… nosotros quizás no teníamos cabida en ese mundo que se preparó la generación anterior… nuestra «lucha» era otra, más individual, más de encontrar un camino propio… en ese sentido, como dice Nubla, nos ayudó mucho el circuito europeo, y las bandas europeas que conocimos y con las que contactamos… realmente nuestra generación fue bastante desaprovechada en esa época… quizá incluso ahora… pero eso es harina de otro costal…
¿Cuál era vuestra filosofía artística, qué objetivos a largo plazo os habíais propuesto?
N.- Pues todo fue muy vertiginoso, en abril del 76 surgió la idea del grupo, seguidamente Duy nos proporcionó los audiogeneradores y Francesc Martí, de Carretera y Manta, nos ofreció un local de ensayo. El propio mánager de Carretera y Manta nos contrató una semana en Màgic, recién inaugurado, en septiembre. Muy rápido. No había objetivos a largo plazo más que tocar y hacer discos. Pero teníamos una idea muy clara: la banda debía sonar como el metro de Barcelona. Estábamos fascinados con el ruido del metro y el de las estaciones.
C.-Realmente como dice Nubla no teníamos un objetivo a largo plazo, a corto plazo era tocar lo máximo posible y grabar discos. Ensayábamos todas las tardes excepto algún fin de semana, en aquella época los ensayos eran muy numerosos y extensos, largos ensayos. El mundo macromássico era muy importante para nosotros y lo que queríamos representar era el ruido de la ciudad, ese background sonoro que producía esta ciudad y en concreto el metro, con sus crujidos, chirridos, golpes, griterío, etc…
Grabado en directo, Darlia Microtónica fue vuestra ópera prima. Se dice también que fue la primera autoedición en España. ¿Cómo recordáis la grabación y cuál fue el proceso de edición del disco?
N.- El disco recoge la grabación de uno de los conciertos de la semana de Màgic, en el cual se había incorporado Albert Giménez (Dr. T. Azul), y apareció dos años después, en el 78. Habíamos ido a algunas discográficas a enseñar lo que hacíamos y se nos quitaban de encima muy amablemente mirándonos como si estuviéramos locos. Un día, Jordi García, de Suck Electronic, me enseñó un disco autoproducido en Montpellier, de Heratius Music Corporation. Nos pasó el contacto con el grupo y empezamos a escribirnos con ellos; así descubrimos la posibilidad de autoeditar. Teníamos dos cosas para sacar: Darlia Microtónica y una grabación muy buena de unos conciertos en La Orquídea, del 78. Decidimos ir por orden y sacamos primero Darlia. Masterizamos la cinta original en Sonitec, fabricamos los discos en la fábrica Belter e hicimos las portadas en una pequeña imprenta de Gràcia. Parece ser que fue el primer disco autoproducido de España. Luego creamos el pequeño sello UMYU para seguir editando.
C.-Recuerdo un local oscuro, un escenario pequeño, dos sesiones por día durante una semana y un guitarrista muy raro, tanto como nosotros, que nos propuso tocar en esos conciertos: Fueron sesiones de una gran espontaneidad, de improvisación certera y bestial. Para mí es la esencia total de Macromassa, lo primigenio. Momentos muy creativos y expresivos.
¿Qué reacciones despertaban entonces vuestra música y conciertos? ¿Erais tan insólitos como parecía?
N.- Reacciones totalmente opuestas. En Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Darlia Microtónica tuvo críticas muy buenas. Aquí alguna prensa también se interesó y despertamos el interés de algunos periodistas (interés que no ha menguado). En cuanto a los directos, eso ya es otra cosa. Los conciertos de la semana de Màgic eran más bien batallas entre la banda y el público. Pero rápidamente Macromassa se hizo un público fiel y ya en 1979 venía mucha gente a los conciertos y empezamos a tener auténticos fans.
C.- Insólitos si éramos, porque no existía aquí una banda parecida, con esa formación, esa estructura musical, y el público de este país bebía de otras fuentes que, aunque estaban fueran de los canales más comerciales de la época, seguían demasiado vinculadas a lo estrictamente musical. En poco tiempo tuvimos un público fiel, un público que no solo seguía los movimientos musicales, si no que seguían otras disciplinas artísticas.
Hablemos de la evolución tecnológica de Macromassa. Cómo conseguisteis el primer audiogenerador, cómo se sintetizaba el clarinete, cómo ha condicionado vuestra música el progreso tecnológico.
N- Los audiogeneradores los fabricaba Rafael Duyos (el Señor Duy) a medida. No éramos los únicos grupos que los usaban, pero creo que nosotros lo hacíamos de una forma bastante distinta. Además, le encargábamos dispositivos muy concretos. Para electrificar el clarinete primero usé un módulo Duy y un wah-wah Cry Baby, a partir de 1980, utilicé pedales analógicos, sobre todo Electro-Harmonix, después llegaron los pedales digitales Boss y con ellos el pitch. Más tarde, los racks digitales de efectos y ahora los multiefectos, tan portátiles como potentes. Ahora uso una mezcla de todo ello.
C.- Al principio utilizaba un audiogenerador fabricado por el señor Duy, al cual y con el tiempo fui traficando con alguna reverb obsoleta, amplificadores de diversa índole. En etapas posteriores pasé a tocar el saxo barítono el cual manipulaba con diferentes efectos según la época y los avances, primero pedales más sencillos, y posteriormente multiefectos un poco más complejos. En la actualidad y para esta renacida etapa macromássica he vuelto al primer instrumento, ¡¡de nuevo con el amigo audiogenerador!!
¿Cuáles fueron las auténticas razones de vuestras dos primeras separaciones? Os volvisteis a reunir en 2008, y ahora lo hacéis de nuevo. ¿Por qué?
N.- La primera separación se produjo entre 1980 y 1983. Fue debida a que nos robaron todos los instrumentos a los grupos que ensayábamos en el local de Carretera y Manta. La segunda separación fue del año 1997 al 2008. En enero de 2009 ya nos reunimos para hacer en directo el espectáculo-performance El punto 3502, junto a Accidents Polipoétics y de hecho, hemos estado todo este año trabajando: hablando, decidiendo si hacer giras o no, grabando un nuevo disco, etc., mientras se rescataba y remasterizaba todo el material grabado del grupo para ponerlo al alcance de todo el mundo.
C.- Bueno las razones de las separaciones siempre son por acontecimientos íntimos, pero que tienen que ver con circunstancias externas… como dice Nubla, la primera por el robo del material que, en aquella época, reponerlo (al menos para nosotros) fue muy costoso y la segunda por razones éticas, ya que la respuesta de público e industria musical no tenían nada que ver con nuestras convicciones y necesidades. Creo que nos agotamos, nos quedamos sin energía.
¿Como ha evolucionado a través de los años la relación entre Nubla y Crek? No es habitual que una sociedad de este tipo se mantenga durante tanto tiempo. ¿Cuál ha sido vuestro secreto para soportaros mutuamente?
N.- Nos conocemos desde que teníamos 6 años, así que puedes imaginarte que nuestros intereses individuales y comunes han ido variando con el paso de los años… Ja, ja. También ha habido momentos en que no hemos tenido los mismos intereses. Esta nueva reunión responde al hecho de que ambos estamos de nuevo muy interesados en Macromassa.
C.-El punto más esencial es el de llevar a un campo espiritual lo artístico y creativo. El no engañarse a uno mismo ni a la otra persona. En ese sentido ahora es un buen momento. Le debemos a los primeros años de Macromassa esta nueva reunión. Y porque tanto Nubla como Crek sin consultarse mucho las cosas siempre llegan en lo artístico al mismo sitio, siempre están de acuerdo. Existe entre ellos una empatía musical y artística que en la mayoría de las ocasiones no necesita de palabras.
Alrededor del núcleo duro Nubla-Crek ha orbitado una copiosa galaxia de colaboradores. ¿Qué criterios seguíais para reclutarlos, a quiénes destacaríais?
N.- Había músicos que llegaban a Macromassa por su cuenta sin que nadie los invitara (teníamos un funcionamiento de factoría y más bien anárquico), a otros los invitábamos nosotros, pero nunca teniendo muy claro si era para un día o para un año. Los cambios de formación eran muy frecuentes los primeros años. A veces, disolvíamos el grupo para que la gente se fuera y luego lo refundábamos cuando ya se habían ido. Después la cosa se estabilizó un poco más, con formaciones que duraban más tiempo y más discos. Por ejemplo, Anton Ignorant estuvo un año compartiendo escenario con Macromassa, girábamos juntos pero cada uno hacía su set. Al cabo de un año, pasó a integrarse en el grupo y compusimos juntos.
C.- Teníamos poco criterio, para ser sinceros. Y eso en ocasiones nos ocasionó graves problemas porque, como dice Nubla, tuvimos que deshacer muchas veces la banda para poder volver a poner en marcha Macromassa desde una buena perspectiva. En mi caso destacaría a tres músicos. Cesc Martí y Anton Ignorant por su faceta musical y también por la forma en que nos empujaron a realizar cosas, por su faceta casi filosófica, y también Antonio Graña, por su capacidad de multi-instrumentista, que quizá por la época en que lo conocimos no supimos aprovechar del todo.
Macromassa es producto de una Barcelona ya desaparecida en la que la vanguardia y el riesgo eran creíbles, no como ahora. ¿Qué opinión os merece la transición de esa Barcelona hacia la actual, donde la vanguardia se ha transformado en esa «modernidad» que representan el diseño, los árboles navideños de iluminación a pedales y el Sónar?
Creo que Barcelona iba por buen camino hasta prácticamente el año 2000, pero después alguien se equivocó mucho. Lamentablemente el error encaja perfectamente en el nuevo orden estético mundial, no menos importante que el nuevo orden político. Todos vivimos ya inmersos en ello desde hace años: el buen rollito cursi multi-culti sostenible azota a la Humanidad entera, eso sí que es un verdadera pandemia. En cuanto al Sónar, yo no me atrevería a meterlo en el mismo saco. Más bien es la interpretación y el uso que de él se hacen, lo que no me parece correcto.
C.- Creo que el problema es que se prima mucho la cantidad. Ejemplo: asistieron a tal evento chiquicientas personas. A mi particularmente no me interesa eso. Hablar de festivales en particular tampoco es de mi interés, porque no conozco sus entresijos y la gente habla de cosas por hablar. Aquí todo el mundo sabe de chismes, etc., pero luego resulta que nadie conoce personalmente a nadie, o algo así. Estas cosas me lían.
Precisamente, Victor Nubla es uno de los responsables del LEM, el festival de música experimental que se viene celebrando en Gràcia. Por favor, una valoración en conjunto, una reflexión sobre el actual momento del festival y la problemática que implica.
N.- El LEM cumplió en 2009 catorce años, ha crecido, ha madurado, ha mutado y ha generado también modelos que han proliferado. Ahora mismo no es el único festival de España de esas características, aunque lo fue. Pero no ha perdido su personalidad ni su activismo, por eso en este momento el trabajo de Gràcia Territori Sonor no es sólo el LEM, sino su existencia como plataforma para la música de experimentación o de exploración: ediciones discográficas, soporte a jóvenes músicos, residencias de artistas, publicaciones impresas, emisión semanal de radio, investigación, recuperación de patrimonio musical y, también, como una actividad más, organizamos conciertos.
Barcelona también se ha convertido en una ciudad experta en maltratar o ignorar su patrimonio artístico, como hemos visto recientemente con el archivo fotográfico de Agustí Centelles. En vuestro caso ni siquiera tenían la más remota idea de quienes son Macromassa cuando no hace mucho alguien propuso al departamento de cultura una antología sobre el grupo. ¿A qué reflexión os mueve eso?
N.- Aparte de las pandemias, tenemos también las patologías endémicas, como la amnesia cultural catalana. Cada cierto tiempo, se reformatea el dispositivo completo y se borra la memoria histórica, incluso, en muchos casos, se reconstruye totalmente el pasado. Puedes encontrar a Macromassa en libros sobre el underground francés y hasta en la Enciclopedia Vasca; da 15000 resultados en Google, pero en Catalunya probablemente seremos considerados una vez más como un nuevo grupo emergente en esta nueva etapa… todo es muy caótico aquí, fíjate que este año una revista catalana ha puesto Los Hechos Pérez entre los 100 mejores discos de la historia del jazz catalán… ¡Jazz!
C.-Bueno así son las cosas, qué se puede esperar de un país que después de sufrir una dictadura tan bestial, parece que no existiese para la derecha y que para la izquierda esa transición tan light fuese como una gran revolución? No pedimos ser entronados como la banda más experimental del mundo barcelonés, ni que se reconozcan nuestros discos ni esas zarandajas, pero si que se nos trate como supuestamente luego nos piden como individuos que tratemos a las entidades. Pero entramos en terrenos demasiado políticos que a la larga se convierten en rebeldía mal entendida. En mi caso personal prefiero no dar demasiadas cosas para fagocitar al sistema.
Vuestra base ha estado siempre en Gracia, reducto «alternativo» con unas peculiaridades propias y cierta independencia municipal. Sin duda eso es una ventaja, pero también produce cierta endogamia. Habladme de la circunstancia gracienca y de hasta qué grado está ésta presente en Macromassa.
N.- Macromassa nació en Gràcia y La Orquídea fue durante un tiempo nuestra base de operaciones, UMYU estaba en Gràcia, vivíamos en Gràcia, y el grupo ha estado vinculado a Ràdio PICA, al proyecto Gràcia Territori Sonor y a muchas otras cosas gracienses, hemos grabado aquí cuatro discos, aún así creo que hemos tocado poco en Gràcia, y tampoco hemos ensayado nunca en el barrio (excepto ahora). Macromassa era un grupo más «barcelonés», debutamos en el Born, tocábamos en el cinturón: Santa Coloma, Badalona, Hospitalet, Sant Feliu, ensayábamos en Poble Sec, Horta o Sant Andreu, y girábamos frecuentemente por Galicia, Madrid o el País Vasco. Aparte de eso, personalmente creo que Gràcia debería ser más endogámica, pero resulta que es más cosmopolita que Barcelona.
C.-En todo caso Gràcia es endogámica en las relaciones, en lo social, que no tanto en lo artístico. Yo ahora no vivo en Gràcia y veo el barrio como algo alejado de mi, no lo frecuento si no es para ensayar con Macromassa o para ir a cenar a casa de algún amigo. No frecuento locales, ni bares, ni nada de eso. Me molesta que tenga tanto bullicio los fines de semana, por eso no me paso por el barrio. Solo es una apreciación y un sentimiento míos.
Se supone que el credo macromássico es estrictamente artístico, que no hay implicaciones políticas en vuestra música. Pero como la cultura también es política, me intriga vuestra postura en ese sentido, si la tenéis, aunque sea sólo a nivel personal. ¿Qué os parece el momento por el que atraviesa Barcelona, la política del tripartito, el independentismo, la autonomía?
N.- Me cuesta creer en los estados y me dan miedo las políticas estatalistas. Me interesa mucho más la política local, creo que las personas pueden ser más felices vinculadas a un territorio cercano que si lo están a una entelequia, un armazón mental, un concepto. No creo en el destino colectivo, cada individuo tiene derecho a tener su propio destino. En ese sentido me siento más graciense que cualquier otra cosa y creo que el ultralocalismo sí es universal.
C.-Bien, creo que ya he contestado en parte a esta pregunta en las anteriores. Podría hablar de todo eso, pero muy escuetamente, y siempre a nivel personal. Macromassa no tiene opinión sobre ello. Crek a nivel personal piensa estas cosas sobre el tripartito, el independentismo y la autonomía: Está bien que las cosas se tengan que negociar y no se impongan por mayorías abrumadoras, está bien que la gente viva como quiera consensuadamente, pero no por ello deben morir algunos impulsados por dictámenes de otros. Todo bien.
Hablemos de vuestra relación con el poder y de vuestro sentido de la autogestión. ¿Es posible conservar ambivalencia/ambigüedad cuando se trabaja por encargo para alguna institución?
N.- Cuando se trabaja por encargo, sea para una institución pública, una empresa o una persona, debes hacer algo que la otra parte quiere que hagas. Justamente, eso es trabajar. Puede ser que te guste más o menos, pero no vas a dejar de hacer lo que te han encargado a menos que renuncies a lo que recibes a cambio, que generalmente es dinero, ya que te has comprometido. A nivel personal, creo que tengo bastante suerte porque los encargos que me hacen suelen gustarme, pero eso no quiere decir que me encarguen las cosas que más me gusta hacer. Soy mucho más feliz haciendo exactamente lo que me da la gana cuando me da la gana, y eso no coincide casi nunca con lo que otros necesitan cuando lo necesitan. Pero hay que cumplir encargos para poder financiar todo lo demás. Creo que a la mayoría de artistas les pasa lo mismo. A mí me gusta, porque así puedo producir lo que quiero y presentarlo como quiero, autogestionarme y ser lo más libre posible. También Macromassa ha sido siempre autogestionaria y autogestionada.
C.-A las instituciones creo que ya les va bien lo de la ambigüedad, a mi me importa poco todo eso, porque si no me quedaría en casa… igual estoy utilizando tecnología que sin saberlo es de una empresa que maltrata a sus trabajadores o en un país del tercer mundo explota a seres humanos. En ese sentido, ¿que entendemos como poder? ¿Los dirigentes elegidos por sufragio? ¿o las multinacionales? ¿o los bancos? A esto sólo puedo contestar como Juan Crek (no como Macromassa), y contestar de una forma casi surrealista, porque es bastante surrealista lo que sucede en el mundo y cómo nos manejamos los seres humanos. Nos trasladamos por mar, tierra y aire en máquinas rarísimas, nos comunicamos por medios extravagantes, nos vestimos de formas estropelásticas, nos relacionamos como si no tuviésemos sentidos. Bueno yo por ahora no trabajo por encargo para ninguna institución… je je!! a ver si con el tiempo puedo conseguirlo. A mi me gustaría mucho trabajar por encargo para el IMI (Institución Mejorada Institucionalmente).
Todos tendemos a construirnos un mundo propio para refugiarnos de la realidad. El vuestro en Macromassa entraña toda una cosmología cargada con inmenso imaginario propio. En ese contexto parecen jugar un rol importante el juego, el humor, el surrealismo y cierta provocación encubierta. Ya me diréis si divago…
N.- El juego, el humor y la provocación son cosas humanas cien por cien, saludables, complejas y estimulantes. El surrealismo es el punto espiritual más alto al que ha llegado la palabra humana. ¡¡¡Por el Gran Zarquon, si esa es la impresión que produce Macromassa, no hay mejor proyecto en el que merezca la pena estar!!!
C.-No divagas en absoluto… Mejor eso, el Submundo Pérez, las Microtonías, la divinidad-pavo, los ronchis, la guerrilla Peng o Zog (Zumbido Objetivamente Grande), volvamos a lo político, ja ja!! pues claro a jugar, los demás también juegan… si alguien es capaz de montar una terracita con mesas y sillas en las Ramblas a 5 grados centígrados y poner una estufa gigante para el personal, pues a reírse, ja ja… demasiada cultura light y diviértanse ¡¡YA!! pero los fines de semana, el resto de la semana, buenos chicos y a producir, a mí por ahora me interesan más «La lluvia de gallinas y patos» o «Todo, que pone nervioso a cualquiera»… ¡¡je je!!
Me gustaría saber qué análisis hacéis del actual estado de la música —en general— y el papel que ésta juega en la sociedad.
N.- Actualmente la música está por todas partes, es algo íntimo a la vez que colectivo, artesanal y a la vez industrial, físico y psíquico al mismo tiempo. Desata pasiones y calma los sentidos. Se puede hacer o simplemente escuchar… Me atrevo a decir que cumple miles de funciones sociales e individuales y atraviesa una buena docena de disciplinas científicas y humanísticas. La música es la pera. En ella convergen multitud de intereses: estéticos, sociales, económicos, políticos… pero creo que hay tanta música buena y tanta música mala como antes, que hay tantos músicos ricos y tantos músicos pobres como siempre y que en su universo profesional, hay tantos cretinos y tantas buenas personas como de costumbre, al igual que el mundo de los amantes oyentes de la música incluye a tantos bobalicones y a tantos tíos listos como siempre los ha habido. Por tanto, creo que la música sigue en buen estado de salud.
C.- El estado de la música es muy bueno, todo depende de cómo se lo tome el que la escucha… ¿o preguntas en realidad por la Industria Musical? el que quiere hacer música y se empeña puede hacer toda la que quiera, la creación es una cosa y el show-bussines otra… yo puedo hacer muy buen pop y no comerme nada, o free-jazz excelente y ser un desconocido… no conozco tanta música, me muevo a impulsos con la música, puedo descubrir una banda que existía hace varios años y pasarme 10 meses escuchando sólo esa banda… no sigo modas… es todo impulso, en la actualidad no sé de movimientos, ni de estilos ni de nada de eso… estoy muy desaparecido en ese sentido…
Tanto Nubla como Crek observáis una gran ubicuidad. ¿En qué proyectos paralelos andáis metidos actualmente?
N.- Por lo que a mí respecta, estoy también en el trío de improvisación rock Aixònoéspànic y en un proyecto con Jaume Pantaleón (ex 12twelve) y el poeta Sebastià Jovani, que se llama Massa Fosca. Estoy terminando un nuevo disco en solitario y un par de libros y sigo haciendo músicas para danza, cine, teatro…
C.- Estoy trabajando improvisación con la voz en la BIB (Banda d’Improvisadors de Barcelona) junto a 15 músicos más y dirigida por Pablo Rega, y también con una banda de rock progresivo, Ongo, junto a Antonio Puertas y Bet Gàrgola (ex Matavacas, Gàrgola, Klamm) y Sergio Oca (ex Alien Mar, Elektroputos). En la medida que puedo también me dedico a viajar y componer músicas por encargo.
También os prodigáis en actividades extramusicales como instalaciones, polipoesía, etc.
N.- Volvimos a representar El punto 3502, la pieza-performance-polipoética, en enero de 2009, junto a Accidents Polipoètics, es un material que hicimos durante años y que no descartamos volver a hacer si alguien nos lo pide, pero ahora estamos muy concentrados en el proyecto actual, musical (con letras, eso sí), el disco y los conciertos que vamos a hacer, aunque nunca se sabe…
C.- Fotografía: miles de fotos expuestas en una página al uso de myspace, hay que investigar y encontrarla.
Imposible pasar por alto la fecunda producción literaria que acumuláis...
N.- Si te refieres a Macromassa, el proyecto actual está generando textos: comunicados, letras para los temas, etc. Macromassa siempre genera textos. Al mismo tiempo se ha reeditado la novela Los Hechos Pérez, pero aún es pronto para saber si habrá nuevas publicaciones literarias.
C.-Veremos. En lo personal, tengo un montón de textos en un computer que está dentro de una maleta y que desde hace dos meses debe estar en algún hangar de aeropuerto o viajando por el mundo. Una compañía aérea me perdió esa maleta y aún no la he encontrado.
Entre nosotros, ¿quién demonios es Pérez y qué se encuentra tras la científica absurdidad de la vertiente literaria de Macromassa?
N.- Pérez es un inspector de esferas que se volvió filántropo y perdió una oreja. Luego la recuperó y le concedieron un submundo. El Submundo Pérez es una nebulosa de información en expansión constante. La nebulosa se intersecta con secciones completas de realidad y las suplanta, las digiere, por decirlo así. Por ello, tras la aparente absurdidad científica de nuestros textos, está la realidad, ni más ni menos.
C.-Pérez es un inspector de esferas y tras la vertiente literaria de Macromassa, creo que se esconde lo que realmente pensamos de esta sociedad y de esta especie tan patafísica que puebla el planeta.
Texto © 2010 Jaime Gonzalo.
Entrevista originalmente publicada, en una versión editada, en Ruta 66 nº 268, febrero 2010.
Pérez soy yo, y todo lo que dicen estos dos es de mentirijilla.
¡Impostor, falsario! YO sí que soy el verdarero Pérez, no como tú, tan mentiroso como los dos de arriba…
Saludos desde Grácia a estos dos guardabosques sónicos,recuerda amigo Victor que se pueden hacer deliciosos patés con los hombres que se manchan la corbata.