Publicamos hoy la prometida versión traducida al castellano de la entrevista original editada por el semanario La Directa:
«La contracultura no fue una gesta»
—Jaime Gonzalo, periodista musical.Gonzalo acaba de publicar el último volumen de la trilogía ‘Poder freak’. Con él, concluye una crónica de diferentes movimientos de disidencia estética e ideológica que eclosionaron desde mediados del siglo XX.
Tres volúmenes y mil páginas sobre movimientos culturales, políticos y sociales de la mitad del siglo XX. ‘Poder freak’ es un ejercicio enciclopédico y desmitificador.
Parece enciclopédico, pero no era la intención. Explica unos tiempos de creatividad desbordante. Podemos decir que fue una revolución televisada porque, durante seis o siete años, se crearon muchos titulares y noticias, pero hubo muchas cosas que quedaron al margen. Uno de los motores del libro fue conseguir una especie de síntesis que pueda perdurar. No hay un tono desmitificador, se trata —sencillamente— de una investigación para acercarnos al máximo a la verdad teniendo presente la fantasía creada por la apropiación de la izquierda. La convirtieron en una gesta y no lo fue. Todo ello fue una peristáltica de la sociedad y de la cultura… del flujo de la vida que nadie puede controlar. En este sentido, no se ajustan cuentas con la historia, sino con las mistificaciones y las leyendas constantes que se han hecho de ella. La revolución más grande que se hizo en aquella época fue la económica, ante la izquierda actual y la mentalidad liberal que lo convierte todo en beneficio. El libro está escrito en clave didáctica, para que la juventud pueda hacer su rompecabezas de todo el fenómeno.En los libros aparecen muchos nombres, muchos movimientos. La cartografía es tan diversa como dispersa. ¿Podemos hablar de la contracultura en un sentido histórico y cultural?
Theodore Roszak utiliza el término en un estudio sobre lo que ocurría en 1968. Después nos ha servido para englobar mil historias, algunas enfrentadas entre sí. Se piensa que fue un flujo unidireccional pero, en realidad, fue desbordante y multiforme. Además, hubo movimientos de derechas. La corrección política imperante y el hecho de que la historia se construye a partir de deformaciones lo han querido ocultar. Lo que sí podemos hacer es unificar, porque generó ciertas creaciones estéticas y culturales que han acabado configurando un mercado de consumo cultural. Pero no se puede uniformar de ninguna manera: la gratuidad se cruzó con el capitalismo más absoluto, por ejemplo.
Jaime Gonzalo.