Hoy, 25 de noviembre, sale a la venta The Stooges: Combustión espontánea, publicado por Libros Crudos.
Se trata de una biografía completamente actualizada de la banda de Detroit. Para más información visitar el enlace:
Jaime Gonzalo.
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Una instantánea recuperada del olvido, tomada durante la gira europea de Iggy Pop de 1979, hace ya casi 40 años. Tenía yo entonces 22. ¡Qué tiempos! De los fotografiados, solo cuatro restamos con vida. De izda. a dcha.: Gonzalo, Dougie Bowne, Richard Shol, Ivan Kral, Luis Beltrán, Rob Duprey (gracias a Jordi Wah Wah).
Bonito marrón. Anda la cúpula mofetil urdiendo un número especial dedicado al punk y mi colaboración es requerida. Como ya están todos los temas adjudicados, me toca lo que nadie más ha querido, deduzco. En líneas generales, se trata de trazar un recorrido didáctico, divagación si lo prefieren, por la etimología de la palabra «punk»; es decir, exponer el origen de dicho vocablo, «la razón de su existencia, de su significación y de su forma», que dice el amigo Julio Casares en su diccionario ideológico. ¿Hola? ¿Todavía siguen ahí? A priori, un tema soporífero para quien no sienta cariño por esas hermosas criaturas que son las palabras, madres de todo lenguaje. Apasionante, por el contrario, si nos dejamos guiar por la curiosidad natural, esa que nos conduce hacia lo insospechado. No es este ni lugar ni momento para recordar las enseñanzas de Octavio Paz sobre el poder poético de las palabras, pero si para evocar la primera explicación respecto a la génesis léxica del punk aparecida en la España de la época. Si no me equivoco y nadie más lo hizo antes, fue el ínclito Diego Manrique quien dedicaba un capítulo del librito De qué va el rock macarra (Ediciones La Piqueta, Madrid 1977) a la etimología del punk: