Bonito marrón. Anda la cúpula mofetil urdiendo un número especial dedicado al punk y mi colaboración es requerida. Como ya están todos los temas adjudicados, me toca lo que nadie más ha querido, deduzco. En líneas generales, se trata de trazar un recorrido didáctico, divagación si lo prefieren, por la etimología de la palabra «punk»; es decir, exponer el origen de dicho vocablo, «la razón de su existencia, de su significación y de su forma», que dice el amigo Julio Casares en su diccionario ideológico. ¿Hola? ¿Todavía siguen ahí? A priori, un tema soporífero para quien no sienta cariño por esas hermosas criaturas que son las palabras, madres de todo lenguaje. Apasionante, por el contrario, si nos dejamos guiar por la curiosidad natural, esa que nos conduce hacia lo insospechado. No es este ni lugar ni momento para recordar las enseñanzas de Octavio Paz sobre el poder poético de las palabras, pero si para evocar la primera explicación respecto a la génesis léxica del punk aparecida en la España de la época. Si no me equivoco y nadie más lo hizo antes, fue el ínclito Diego Manrique quien dedicaba un capítulo del librito De qué va el rock macarra (Ediciones La Piqueta, Madrid 1977) a la etimología del punk:
Ya lo decía Shakespeare en 1603, en su «Measure for Measure»: «She may be a punk, for many of them are neither maid, widow nor wife». O sea: tal vez sea una punk ya que muchas de ellas no son ni doncellas ni viudas ni esposas. Lo que quiere decir que punk (antiguamente, puncke o punquetto) era el equivalente de ramera, prostituta, buscona, fulana y demás. Con el transcurso de los siglos, punk pasó al argot de las prisiones, para designar al homosexual débil, al que está bajo la protección de otro penado dominante. Llegando al siglo XX, encontramos que punk pierde sus connotaciones sexuales. Punk pasa a ser —especialmente en USA— el mozalbete inexperimentado, el mocoso insignificante que ocupa el último puesto de la escala social. Como adjetivo, punk también es despectivo y se puede traducir como inferior, malo, miserable… Este epíteto se cuelga a un tipo de rock hecho en USA a mediados de los años sesenta. Diez años después, hay otro movimiento rockero al que se bautiza —sin intención despreciativa— como punk rock. No te plantees demasiados problemas semánticos. Oirás hablar del rock bronca, del gili rock, del rock macarra, del rock callejero…todos son sinónimos de punk rock. Y si no tienes otra versión castellana más adecuada, úsala sin rubor.
Treinta años después, el léxico castellano sigue sin contemplar un equivalente aproximativo para traducir punk. Lo que habla en favor del poder simbólico al que se refería el poeta mejicano antes mencionado. Nada ni nadie ha sido capaz de verter a otra lengua su universal significado, y por ello mismo intraducible.
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DE CATAMITA A GREASER
Indaguemos un poco más. En su forma más arcáica y de uso popular, que no académico, como se ha visto la palabra punk en el idioma británico refiere a una furcia o prostituta. Pero ya antes de eso, en 1582, existía la forma spunk —del gaélico spong— para denominar la yesca, la madera reseca o podrida utilizada como combustible, o en su lugar una sustancia seca y esponjosa preparada con hongos y empleada para encender antorchas o fuegos artificiales. En 1687, los indios algonquin de Ottawa, en el dialecto derivado del idioma ojibwa en el que hablaban, disponían del término ponk para designar el polvo, la harina o las cenizas. En 1870, punk empezó a ser utilizado significando incienso chino. Brevemente, pues tan solo veintiséis años después ese uso era olvidado para dar paso a punk como algo de calidad inferior o de deshecho, absurdo o sin sentido. Para principios del s. XX, ese empleo derogativo aplicado a objetos empieza a también a ser susceptible de personas, siendo punk, en el contexto del slang o argot, un individuo sin valor, o más en concreto un joven maleante, un gangster de pacotilla, un rufián, diagnosticando éste el primer síntoma del futuro que aguardaba a la nomenclatura. Ubicado el palabro en los bajos fondos, en 1904 ya era de uso común para designar al punk kid o aprendiz de criminal, si bien arraigado a una connotación de tonos homosexuales relacionada con la palabra catamita, o sea muchacho custodiado por un pederasta, práctica habitual en la cultura etrusca y la antigua Roma (aunque su origen es griego y procede de una corrupción de Ganymedes, el joven efebo que fue seducido por Zeus). En 1917, punk cobra auge como término colectivo para la juventud marginal, chapera o no, que ocupa lo más bajo de la escala social. También, vagabundos y convictos negros empiezan a disfrutar del usufructo del sintagma. Suavizado con los años, en 1923 punk designa todavía a una persona joven, sólo que no por ello despreciable, a lo sumo inexperta, principiante, novicia. Por ejemplo, en el argot cirquense de la década de los 30, «punk day» era el día en el que los niños entraban gratis en el circo. También da lugar a un verbo, to punk o retroceder ante algo. A principios de la década de los 50, punk entra en competencia con greaser, siendo casi desbancado por este sustantivo datado en 1846. Entonces algo así como «sudaca» en nuestros días, utilizado derogativamente para referirse a los latinoamericanos, en concreto los mejicanos; con la aparición del rock´n´roll, greaser cobraría vida como joven individuo de raza blanca y sustrato trabajador, agresivo y fanfarrón, extendiéndose su uso hasta bien entrados los 70 (p.e., MC5 eran greasers). En su edición de 1990, el diccionario Webster ya recogía punk como relacionado con o perteneciente al punk rock. Y punk rock, cuya aparición fechaban en 1971, como música rock caracterizada por unas expresiones de alienación y descontento social, a menudo deliberadamente ofensivas.
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DO I FEEL LUCKY? WELL DO YOU PUNK!!!
No tiene mucho de particular tropezarse en cualquier diccionario de internet con la acepción correspondiente al sentido musical por el que actualmente se reconoce mayoritariamente al punk. Todo lo contrario a lo que ocurrió en su día. Veamos, si tenías la suerte de poder leer o escuchar en sus versiones originales libros de William Burroughs o películas de gangsters y delincuentes juveniles, lo de punk no te pillaba desprevenido. Aunque en este sentido, nada como el inmortal monólogo —»you gotta ask yourself question, do I feel lucky? well do you punk!! go ahead, make my day»— que en «Dirty Harry» (1971) Clint Eastwood endilgaba Magnum en mano a un negrata con malas intenciones, escoria chuliputa de la peor calaña. Otra posibilidad era estar en posesión de «Freak Out» (1968) de los Mothers of Invention, donde Zappa se burlaba de los hippies de postal de San Francisco llamándoles «flower punks». En realidad, aquí nadie supo exactamente que podía significar punk hasta años despues de la concepción de Ramones y Sex Pistols, máximos estereotipos del género. Pero una vez nos enteramos, no nos pudo detener nadie. En los 80 entramos a saco en el «punk de los 60″, ubicamos por fin el «punk de los 70″ y nos dispusimos a convivir con el asunto hasta lo que ya parece una exasperante eternidad. Tanto es así, que del mismo modo que «¡no me rayes, tronco!» se ha convertido en expresión popular, «¡que punk, tía!» forma parte del lingo cotidiano adolescente para referirse a algo/alguien que causa impacto o que se pasa de la raya. Centrándonos en unos orígenes que escapan por completo al interés de esa juventud que lo ha incorporado a su dialecto —o de esa segunda juventud que aún lo mantiene en uso—, John Robb fue al grano en «Punk Rock: An Oral History» (Ebury Press, 2006), resumiendo el meollo del siguiente modo:
La palabra punk originalmente significaba prostituta, moho de la madera o hongo. Para enero de 1976, cuando la neoyorquina revista Punk tomó su nombre, su significado se refería al de una persona a quien se la hincan por el culo en la cárcel, un fracasado o una forma de garaje rock & roll de los sesenta.
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UNA PALABRA SUCIA
Publicaciones como Creem, Hit Parader, Village Voice, Trouser Press, Bomp!, Rock Scene, SoHo Weekly, Circus, eran en mayor o menor medida las principales difusoras de lo que musicalmente estaba sucediendo en Nueva York a mediados de los 70. Jocoso, irreverente cuaderno seudoprofesional estrechamente conchabado con los más inmediatos próceres del rock neoyorquino de la época —Joey Ramone, David Johansen, Richard Hell, Debbie Harry—, precisamente por ello el que más de cerca ausculta la situación, Punk nacía en 1975 promovido por el estudiante de artes visuales John Holmstrom y un amigo de su natal Connecticut, en el aristocrático corazón de Nueva Inglaterra, Legs McNeil. A medio camino entre cómic satírico y fanzine rock, los ideales de Punk eran tan prosáicos como los de cualquier otra revista en circulación entonces; El contenido de Punk iba a ser más genérico, el hecho de que cubriéramos a los grupos neoyorquinos se debía a que vivían en la ciudad y eran accesibles, y también a que nos hacían vender revistas porque la gente quería leer sobre ellos (Holmstrom a Clinton Heylin). Escasa expectación causaba en Manhattan la pegada de carteles que precedía la aparición del primer número. Pero bajo aquel misterioso lema de «Llega Punk», se condensaba la nueva taxonomía que iba a redefinir la utilidad de una música que no podía purificarse sino a partir de su propia autodestrucción: «El punk era rock & roll«, diría Holmstrom, «como los Stooges y el rock de garaje. Básicamente, cualquier rock & roll duro era punk, y esa era la clase de música sobre la que queríamos escribir, para diferenciarla de Paul Simon y el rock blando dominante. Pero entonces el término pasó a ser estrechamente definido. En nuestra opinión era un término genérico que abarcaba cualquier cosa que fuera rock duro. Hasta que se convirtió en los Sex Pistols, en quienquiera que sonara como ellos… Punk era una palabra sucia. Poner Punk en la portada era como poner la palabra Joder. Molestó a mucha gente. Fue algo muy controvertido.
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MENTALIDAD CARNÍVORA
Lo que no decía John Robb en «Punk Rock: An Oral History», era quién había utilizado por primera vez la palabra punk en un contexto rock. No está nada claro. Unas fuentes señalan a Dave Marsh, que en 1971 y en la revista Creem utilizaría la acepción de «joven delincuente» de punk, si bien Iggy Pop no recuerda lo mismo al hacer memoria con las críticas que recibió el primer álbum de The Stooges (1969):
Elektra quería vendernos a un público formado por estudiantes de college, la audiencia emergente que estaba siendo formada y dirigida por la revista Rolling Stone y su idioma escrito, pero eso no era bueno para los Stooges y sabía que esa clase de oyente no iba a aceptarnos. Mis gustos eran muy sofisticados pero mis habilidades muy limitadas, más lo eran áun las del resto del grupo. Pienso que eso nos reportó una conexión con la juventud descontenta. Me di cuenta de que si tocábamos en una universidad, la gente inteligente y creativa, como los profesores, podían pillarnos, pero los estudiantes no podían porque la suya era mentalidad de rebaño. A mi me interesaban más los ausentistas de instituto, drogotas problemáticos, chavales que estaban tan metidos en la música que para ellos aquello era mucho más que un estilo de vida. Creo que fue en una crítica de Lenny Kaye de «The Stooges» donde se hacía referencia por primera vez a la palabra punk. Todo el significado posterior del término surgió de ese comentario. Más o menos venía a decir «ésta es la música de punks en busca de hamburguesas». Aquello me puso furioso porque yo era macrobiótico. Pero Kaye acertó en algo, yo era un macrobiótico con mentalidad carnívora.
Como fuere, Kaye retomaría la expresión en las notas de «Nuggets» (Elektra-1972), señalando que «el término que ha sido no oficialmente acuñado para (esas bandas de garaje de los 60), «punk rock», parece especialmente aplicable para aquellas que, incompetentes y caseras, ejemplificaban el maníaco placer de estar en escena con la desverguenza y determinación que proporciona el mejor rock and roll«.
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¿QUIÉN PUSO LA BOMBA?
Así que Lenny Kaye, ¿eh? Pues no sé que decirles. Acudamos de nuevo a John Holstrom para marear aún más la perdiz:
La revista Punk empezó el punk rock y lo puso todo en marcha en 1975. Y, mientras yo podía haber creado esa revista, nuestro redactor Legs McNeil fue quien dió inicio al movimiento punk. Legs era el punk de la casa de la revista Punk. Pensó en hacer del punk una elección de estilo de vida. Decía, «Soy un punk. Odio a los hippies. Como hamburguesas. Bebo cerveza. Odio la maría». Legs pudo haber acuñado el término «punk rock», la palabra «punk» estaba por todas partes en 1975. A AC/DC, Bay City Rollers y Steven Tyler les llamaban punks. Time y Newsweek sacaban a Bruce Springsteen en portada y le llamaban punk callejero. La revista Creem empezó a escribir sobre punk rock y nombraron a Iggy Pop punk del año en una votación de lectores del 74. Greg Shaw de la revista Bomp! acuñó el término en 1971 para describir la música de garage. Hasta Suicide tenían un poster del 74 en el que se autodenominaban punk rock. En Inglaterra lo recibieron con los brazos abiertos. Todo el mundo quería ser la próxima gran sensación punk.
Desistamos pues de atribuir una paternidad absoluta. La sucesión de acontecimientos, la sintonía mental entre diferentes agentes de la cultura rock a lo largo de los primeros 70, la propia capacidad del rock para seleccionar sus genes, todos son en conjunto responsables de la forja del monosílabo en cuestión. Hoy día, asimilado y empaquetado para consumo adolescente, su significado ha aberrado, pero eso ya es otra historia.
Texto © Jaime Gonzalo.
* Artículo originalmente aparecido en el fanzine Mofo nº 3, circa 2007-8
Por favor,Jaime y feligreses, no os perdais en You Tube la marcha que lleva el imponderable Flowers….. Si con la Trapera sacó la picha gritando como un poseso, en el concierto de Wilson Pickett se extasió hasta que no podimos más (¿en cuantos conciertos más ha estado el HOMBRE???? Yo, por edad no lo recuerdo) . Pues bien, en el concierto de «Els Trons» -banda graragera que versionea en catalán- te dan ganas de bailar haciendo sus poses…que no son más que las de un arrogante MOD!!! hinchado de anfetas en el el 65, con Yardbirds, Stones, Spencer Davis Group o Them en un Londres caliente, revolucionandolo todo. Se encuentra clickando «Con Flowers y lo loco» y si, Jaime, este bonachón merece una biografia (me contó una vez sus experiencias en la Isla de Wight o como tenia a dos palmos de sus narices a Johnny Rotten!!!!!) Genio y figura…. Saludos, Jaime y a toda la basca que está en el cyberespacio…..
Querido Jaime:
Soy el pesado del Benach pero es que esoy horrorizado….
Siendo como has sido una influencia para mí des de los 11 años en que compraba el Star en el Mercado De Sant Antoni, hoy (buen rollito, oh sale Lennon) me decido a comprar por primera vez el «Rolling Stone» edición española…..¡¡¡¡Espanto!!!! ¡¡¡¡Asco (te lo juro)!!!!!
¡¡¡¡¡Horror!!!!! Que puta mierda de revista…Eso sí, dan unos premios la mar de gregarios dónde pupulan Loquillo, Bunbury, Miguel Rios, Manolo Garcia( ¿porqué Manolo?) En fin Jaime, igual nos quedamos sólos pero nosotros somos de los de Louie Louie….Asco, horror y miedo….